la mirada certera anuncia el beso
el centro indubitable o espejismo
donde el labio reúne en contrapeso
dos fisuras que huyen del abismo
las palabras cumplieron con exceso
su labor de parteras del seísmo
y prefieren callar en el receso,
hambrientas de silencio, la saliva...
acudiendo a la sangre concitada
por las bocas que palpan unitivas
y las lenguas que vencen al vacío.
la sustancia del tiempo ya no es nada,
un aroma de flores abrasivas
que nos quema las alas del hastío
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