Una campana rota, unos delirios mansos de cinismo, un escritor atormentado, los ojos vueltos del histrión, un arsenal de parrafadas o gusanos royendo la manzana podrida de la gloria (todo esto no son sino signos entre paréntesis) no impedirán que arribe, por acaso, el minuto esperado en que las cosas se entregan, reveladas, a favor de ese ritmo telúrico que te late en la sien y demora el futuro inútil.
lunes, 25 de junio de 2012
MENOS ES MÁS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
sutil y encendido viene a atropellar una lágrima o a raspar la hoja del calendario o carretera
ResponderEliminarese por acaso, me encantó.
salud
muchas gracias Mareva, por detenerte un instante y captarlo, lo celebro.
Eliminarsalud
Fueron arrancadas
ResponderEliminarlas campanas viejas
de los campanarios de Hessen
y los badajos imperfectos tocaron asimétricos
en el aire corrompido del río y de las calles,
en paramentos de mármol y en bóvedas de cañón.
original:
Les campanes de Hessen
Foren arrencades
les campanes velles
dels cloquers de Hessen
i els batalls imperfectes dringaren asimètrics
en l’aire corromput del riu i dels carrers,
en paraments de marbre i en voltes de canó.
Perdona, Manuel, que mi comentario sea sólo una analogía. (Ahora he recordado unas palabras de Aldo Rossi sobre las analogías entre palabra y espacio)
Salud
Francesc Cornadó
Nada de disculpas, querido amigo, es una analogía maravillosa que viene a dejar aquí, memoria y luz del entendimiento. Muchísimas gracias, Francesc, por tu visita.
ResponderEliminarSalud
Ese minuto siempre acaba llegando. Pero hay que estar atentos, eh? Un abrazo.
ResponderEliminarSí, Sergio, tienes razón, poeta, hay que aguantar ahí con dignidad hasta que llegue. Por cierto, he visto ayer en la página de Siltolá que haces una presentación en Valladolid si no recuerdo mal, del poemario Quietud. Un fuerte abrazo y enhorabuena.
ResponderEliminar