martes, 19 de junio de 2012

Qué le den la oreja


   Llamo a las palabras a rebato y les pregunto si quieren que las componga en un poema. Se rebelan, me dicen que están hartas de amoldarse a este bordón de quejumbre con destellos de sol desaforado, y prefieren ponerse a jugar en el jardín de la gramática, rodeadas de adelfas y ordinarios rosales de polígono. Y es mejor así, vaya a ser que suceda lo que aquella noche de San Juan que la palabra cartílago, por querer obligarla a rimar con antropófago, se fugó al callejón de la hoguera y acabaron exhibiéndola como trofeo taurino un vulgar día de feria. La recuperé en un anticuario, había pertenecido a un poeta aficionado a los toros que, se dice, practicaba con ella extrañas fonomaquias. Será por eso que el cartílago se despierta con sudores, recordando los huesos malformados de Toulouse-Lautrec o la nariz conceptista de Manolete.
       
                                     Casa Da Mariquinhas by Amália Rodrigues on Grooveshark



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