jueves, 21 de junio de 2012

LOS AJOS II, de Joan Perucho

      El ajo halla un dilatado campo de acción en la Magia, pues aparte de sus propiedades gastronómicas y eróticas es, por antonomasia, el elemento antivampírico más eficaz y temido por los entes de abominación que tradicionalmente conocemos con el nombre de vampiros. Estos, según nos dice Collin de Plancy en su célebre "Diccionario Infernal", son hombres muertos y sepultados que regresan de sus tumbas para sorber la sangre de los humanos. Para destruirlos es necesario localizar antes su sepultura. También sabemos que aquellos que mueren por causa de vampiros se convierten a su vez en vampiros, y que el mejor medio para ahuyentarlos es empleando enérgicamente los ajos. Para estos horribles seres,  su olor resulta pestilencial y los debilita y enferma.
    El vampiro, sirviéndose de sus afilados dientes caninos, practica dos minúsculas incisiones en el cuello de la víctima, que puede ser hombre o mujer, aunque preferentemente escoge a estas últimas, pues siempre hay un oscuro erotismo en lo vampírico, y así lo han descubierto y proclamado Roland Villeneuve, Tony Faivre y Ornella Volta. La visión de un cuello alabastrino les confunde y obsesiona y, a veces, les hace perder todo sentido de la prudencia, como se colige, por ejemplo, de la carta que el vampiro barón de Mjertovjec escribió a la bella marquesa de Iris de Drama, a la que rondaba con aviesos propósitos. La carta en cuestión, decía así:

Barón de Mjertovjec con ganas de tocar el piano.
    "Querida marquesa. Ni toda su modestia, ni sus escrupulosos cuidados pueden, hermosa Iris, ocultarme los hechizos de su cuello. Por más reservada que sea usted veo el cuello más blanco y más bien torneado que pueda darse. ¿Por qué lo oculta usted? ¿No se deben poner de manifiesto a todos los ojos las maravillas de la naturaleza? Cuando los suspiros y la respiración hinchan su cuello de alabastro, oh Iris, éste parece que se indigna de que oculte un velo tanto brillo.
"¿Quién pudiera descubrir los encantos que usted disimula cruelmente? Yo los representaría como un jardín florido donde el alma gusta mil placeres. Yo pintaría en él mil manantiales cristalinos, mil sotos amenos donde tiene el amor su nido. Mas, ¡ay!, lo que oculta Iris debe ser sagrado para mí. Besa su mano, el barón de Mjertovjec."
Naturales sopechas de la marquesa Iris de Drama.

    Ni que decir tiene que, antes tan explícitas intenciones, la marquesa de Drama receló al instante, y convencida de que Mjertovjec era un vampiro, recibióle una noche en su salón embozada en una rica pelerina de armiño. Al descubrirse, mostró al vampiro su cuello de diosa rodeado de una nutrida corona de pestilentes ajos, y fue tal la fetidez nauseabunda de la vaharada que recibió éste que, al instante, tornóse lívido, como desmayado y sin sentido y, vacilando y dando traspiés batióse en retirada, buscando desesperadamente la puerta. Poco debía servirle, sin embargo, esta tardía decisión, pues tras una cortina, en donde permanecía escondido, salió el capellán de la marquesa empuñando el "Manuale Exorcistarum" del sabio Cándido Brognolo da Bergamo, mientras recitaba en voz alta la "Quaestio II", que dice: "Respondetur, cum Magi. Malefici, ac Striges constituuntur, etcétera". Precísamente, esta escena inspiró a los señores Wohlbruck y Marschner su ópera "Le Vampire", que se estrenó en París el año 1828, haciendo las delicias de las bellas damas del tiempo de Luis Felipe, que reputaban la ópera admirable, seducidas por la romántica frente del réprobo, el ojo de hiena y el "teint blafard" del héroe:
 
                                               "Soumis au destin qu'il maudit
                                               cet être dont le terme expire
                                               sollicite un nouveau répit.
                                               Nous l'accordons à ce vampire
                                               qu'il reste encore chez les mortels
                                               pour y desservir nos autels."

   En cuanto a conjuros mágicos, destructores de vampiros, es curioso citar aquí, el que aparece en "Les Històries Naturals" y que pronunciado por el científico Antoni de Montpalau redujo a la nada al vampiro histórico Onofre de Dip:

                                               "El vampir és al llençol.
                                               Un catafal és son bressol.
                                               Hi dorm amb la lluna i el sol."

    Sea de ello lo que fuere, y volviendo a la cuestión de los ajos, el gran vampirólogo Emilio de Rosignoli se preguntaba por qué razón el ajo aterra a los vampiros, respondiéndose acertadamente que sólo el CH2 y sus compuestos podían ser la causa. En efecto, el documento tratadista llegó a la conclusión de que había "trovato la splegazione. I vermi intestinali venivano distrutti dal'aglio; si trattava dei più tipici parassiti interni d'ell'uomo. Ma anche il vampiro era un parassita umano!", añadiendo que sagazmente la medicina popular había encontrado, desde los más remotos tiempos, el remedio sin par contra los vampiros: el ajo, la liliácea antiparasitaria por excelencia.
Vampiros vegetarianos, de Remedios Varo.

     Respecto a otras propiedades que el ajo tiene en Botánica Oculta, sabemos que sus bulbos son antihelmínticos, estimulantes, antirreumáticos y expectorantes; corrigen la menstruación; son buenos contra la hidropesía y el mal de piedra. Se emplean también con éxito contra las bronquitis. Aplicados directamente, o sea, sin la gasa que contacta con la piel, son un excelente callicida, y sirven igualmente para combatir la sarna y la tiña. Se recomienda el empleo del ajo para combatir la rabia, y así lo atestigua Paracelso. Asimismo, para preservarse de todo maleficio -al margen de lo vampírico- se cogen siete ajos a la hora de Saturno, se ensartan en un cordelito de cáñamo y se llevan suspendidos del cuello durante siete sábados, y se quedará libre de hechizos para toda la vida. Para alejar los pájaros de un árbol, basta untar las ramas con ajo. Si se desean ajos inodoros -¡oh,maravilla!- no hay más que plantarlos y cogerlos cuando la luna "no se halla sobre nuestro horizonte".





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